Miro al cielo y ya no hay nada,
Acostumbrada a morir estaba,
y con un sol cálido, un cielo azul,
se desintegra mi pensamiento.
Me sostengo de mi misma,
para no caer de nuevo en el abismo,
yo ya he estado en el infierno,
lo conozco y a veces es tan tierno.
Quizás me había acostumbrado,
a saber que todo había terminado,
y es tan simple la existencia,
un organismo desquiciado en apariencia.
Pero aún sigo aquí,
miro al cielo, ya no hay nada ahí,
eran fríos los pasajes de mi infierno,
no se si ahora es cálido o me costumbre a vivir así.
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